Una de las excursiones recomendadas por esta zona, es a la cascada El Limón, que te permite conocer los interiores de la zona. Los complejos turísticos te ofrecen esta excursión, pero organizarla por tu cuenta es muy fácil. El paseo consiste en que un guía y montados en burro, te acercan hasta este salto de 52 m que termina en una laguna donde puedes bañarte. La comida está incluída y puedes contratarla por unos 800 pesos por persona (=20€).
Nosotras hoy hemos decidido no hacerla, puesto que dos del grupo no se encuentran demasiado bien, además que contamos con un niño de un año que no sabemos si podría realizar este trayecto.
Nosotras hoy hemos decidido no hacerla, puesto que dos del grupo no se encuentran demasiado bien, además que contamos con un niño de un año que no sabemos si podría realizar este trayecto.
En su lugar decidimos bajar a comer a Samaná. Este pequeño pueblo de pescadores, no comprobó lo que era el turismo hasta que en los años 80 se produjeron los primeros avistamientos de ballenas jorobadas, puesto que sus cálidas aguas son apropiadas para el apareamiento y la cría de estos mamíferos.No es un pueblo que tenga mas que ofrecer al turismo que su situación en este fenómeno de la naturaleza. Por sus calles podemos observar que mas allá de su malecón, es un pueblo sucio y polvoriento, con la basura agolpada en sus aceras y un tráfico caótico para tan poca población, principalmente provocado por montones de motos ruidosas. Tras echar un vistazo a donde comer, nos decidimos por el único restaurante chino que hay y no por la comida, sino porque está situado en un alto, lo que hace que esté un poco alejado a todo lo visto en el resto del pueblo.
Tras la comida, coincidimos con la salida de los niños de sus obligaciones lectivas. Juli nos comenta que en todos los colegios, tanto públicos como privados deben llevar uniforme, y que realmente a lo largo del día, los niños no pasan demasiadas horas en el mismo. De nuevo se forma un caos de ruído y de polvo provocado por las motos que vienen a recoger a los niños para llevarlos a casa.
Esta es nuestra última noche en la Península de Samaná y no está mal que os enseñemos nuestra cabañita por dentro para aquellos que os animeis a visitarla.
De nuevo nos reunimos en nuestra terracita donde el aire fresco de la noche nos ayuda a llevar mejor el sopor y la humedad. Esta noche a retirarse prontito que mañana toca coger de nuevo el coche para visitar el lado este de la isla antes de volver a Santo Domingo.
La ley de los uniformes iguales duró poco... los colegios privados llevan el que deseen y los públicos azul y khaki. :)
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