sábado, 25 de mayo de 2013

Dia 5: Llegamos a Estambul

Son las 07:30 a.m. en Ankara y suena el despertador para que nos levantemos. Hace un sol que parece mediodía, y es que estoy alucinada de lo pronto que amanece en este país. Desayunamos y cogemos nuestras maletas, puesto que hoy viajamos a Estambul. Esta vez lo haremos en coche.
Son unas cuatro horas y media de viaje por autopista, pero hay que tener en cuenta la hora de entrada a Estambul, puesto que puedes coger atascos de hasta 2 horas. A nosotros nos recomendaron no llegar mas tarde de las 12:30 p.m. y la verdad, es que prácticamente no había retenciones.
Para utilizar las autopistas en Turquía, hay que comprar una pegatina con un chip que se coloca en el parabrisas por debajo del espejo retrovisor. Se compra justo antes de pasar el control del peaje. Tienes que desviarte a la derecha, sin llegar a salir de la autopista, donde está la oficina. Es fácil darse cuenta, puesto que hay muchos coches aparcados. Los puentes de Estambul también son de peaje, unas 12 liras creo, para tenerlo en cuenta a la hora de comprar la pegatina,  si una vez allí, pensáis desplazaros por tierra, entre la parte occidental y oriental.


Llegamos al hotel Hit Residence, muy cerca de la Torre Gálata, no sin dar alguna pequeña vuelta, jejejeje. Es un edificio que a primera vista parece de viviendas, lo que nos deja un poco descolocados, pero finalmente, no hay duda de que las fotos que vimos por Internet, están correctas.
Está muy bien situado, justo en perpendicular a la mezquita Kalis Ali Pasa y de la parada de tranvía de Tophane. A diez minutos en dirección contraria, está la plaza Taksim.
Hacemos el cheking y tomamos nuestras cosas para hacer nuestra primera incursión en la ciudad. Como hemos llegado a mediodía, hemos pensado en ir a comer y dedicar la tarde a esas compras que llevamos varios días queriendo hacer.
Cogemos el tranvía en Tophane y nos dirigimos a la zona de Sultan Ahmet hasta el Gran Bazar. Sin duda estaba deseando este día, no por el hecho de ir de compras, sino porque me encantan los zocos!!!. Las tiendas, los colores, la gente…


 Empezamos a pasear por las calles exteriores y la verdad es que estoy muy decepcionada. Solo veo bolsos y ropa de marca y joyerías. Nada que ver con las tiendas típicas de marroquinería que deseaba encontrar. Y es que por algo se llama Gran Bazar y no Zoco…
Estamos un poco perdidos, puesto que las tiendas que vemos no ofrecen ese tipo de regalos artesanales que nos apetecen comprar. Poco a poco nos vamos adentrando a calles mas estrechas con tiendas que parecen más artesanales.


Decidimos ir a visitar a un amigo del dueño del hotel de Kapadokia, Ömar, que habla castellano perfectamente y tiene un puesto en el Gran Bazar de narguiles y lámparas. Lo habíamos llamado previamente para que nos diese su ubicación exacta, y una vez allí, nos invita a un Çay {Chaid} (té) en un correctísimo castellano. ¿Cómo puede ser que lo hablen en Turquía mejor que nosotros? Jejejeje.
Empiezan las negociaciones puesto que Manrique quiere comprarse un narguile. Vero y yo curioseamos entre las lámparas y atendemos a los negociantes cuando nos piden opinión sobre el color de la base, apliques en plata o dorado, color de la pipa…Pero cual es nuestra sorpresa cuando nos pide que elijamos un narguile cada una, puesto que ha negociado la compra de tres!!! Yo me quedo con una azul, puesto que estamos en Turquía (aunque no sea azul turquesa) y Vero la escoge en verde, porque le recuerda a una botella de sidra…jejejeje.
Ya hemos realizado algunas compras y Vero decide irse al hotel porque no se encuentra muy bien del estómago. Manrique y yo seguimos curioseando por el Gran Bazar. Mi objetivo es encontrar un candil de bronce que había visto en Kapadokya , auque entre estas tiendas parece casi imposible, y él busca pipas de agua.
Ömar nos indica en que lugares podemos buscar esos objetos. No tenemos suerte con las pipas, pero en cambio yo, después de curiosear durante 20 minutos en una tienda de objetos de bronce y cuando ya me había resignado a no encontrarlo, tachán-tachán, ahí aparece mi candil!!! El solito, esperando a que yo lo encontrase jajajaja. Un breve regateo… y ya es mío.
Con las manos llenas de bolsas y las narguiles, optamos por volver caminando al hotel. Callejeamos por los alrededores del Gran Bazar donde hay una especie de mercadillo. Las tiendas que hay por aquí son de vestidos de novia y de ceremonia de circuncisión. Ejem…digamos que no tenemos el mismo gusto para estos eventos, pero vamos, un vestido de novia por 190 liras (unos 80€) es para pensárselo jejejeje. Lástima que no me vea yo en ese futuro día con unas alas de mariposa o un corpiño lleno de brillantes…


Decidimos cruzar por el Bazar de las especias, que para mi es mucho mas bonito y curioso que el Gran Bazar (esto ya es gusto de cada uno) y aprovechamos para comprar té como detalle para algunos amigos.



Cruzamos el puente Gálata, que a estas horas sigue lleno de pescadores, convirtiéndolo en un pasillo de largas cañas echadas sobre el Mar del Bósforo.

 

Antes de llegar al hotel, no podemos evitar comprar en uno de los múltiples puestos que hay por la ciudad, una especie de “raquetas” hechas de pan con pepitas de sésamo.
Después de descansar un rato con Vero en el hotel y una vez aseados, Manrique y yo decidimos ir a cenar a dos calles del hotel, puesto que Vero sigue un poco indispuesta. El nombre de la calle no se exactamente cual es, pero se la denomina como “la calle francesa”. Subimos por Bogãzkesen Cadesi, que es la calle del hotel, y casi llegando al final de la calle, giramos a la derecha. Es una estrecha calle con escaleras y donde hay multitud de bares con terrazas, uno a continuación del siguiente, a ambos lados. Casi todos con la música a todo volumen. No sabemos cual elegir, así que nos metemos en uno con música en directo. Desgraciadamente, solo está libre una pequeña mesa justo enfrente de la orquesta, y al sentarnos, la cantante hace una pequeña broma sobre nuestro origen español. Tendré que reírme, jejejeje, porque el turco no lo domino en absoluto, jejejeje.


La mayoría de los restaurantes suelen ofrecer comida extranjera. Muchos de pasta y pizzas y por supuesto, pescado y carne de todo tipo. Lo que mas me ha gustado hasta ahora, además del kebah que comimos en la barbacoa del hotel Canela, es el “pide”, una especie de pizza que puede llevar verduras, carne especiada, queso…y tiene forma de canoa.
El volumen de la música es excesivamente alto, aunque la verdad, es que el ambiente está muy divertido. La cena consiste en una serie de entrantes con yogurt, algo parecido a la ensaladilla rusa, zanahoria y queso turco, que acompañan al plato principal, un entrecot de ternera.
Hemos prometido regresar pronto al hotel para cuidar a Vero, y la verdad es que estamos ya un poco cansados, así que después de cenar, decidimos irnos a dormir.
Mañana toca visitar Sultan Ahmet y queremos estar descansados.
Así que, hasta mañana…



Bego

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