Lo
bueno de vivir en la parte interior de Croacia y no en la costa, es que tienes
tres fronteras a tiro de piedra y que te permite conocer a los países vecinos
con viajes de un día o de un fin de semana.
Nuestra
primera incursión a Serbia fue en la época covid, ya con nuestros pasaportes
covid en regla que nos permitía cruzar la frontera sin problemas y sin test de
antígenos.
Nos
planteamos una escapada de un día a la ciudad de Subótica, a hora y media de
Osijek, lo que nos permitía un paseo por la ciudad, comer y estar por la noche
de nuevo en casa.
Junto
con Belgrado y Novi Sad, Subótica es una de las ciudades de referencia en
Serbia, por sus hermosos y coloridos palacios.
La
ciudad cuenta con poco mas de 100.000 habitantes y su cercanía a la frontera
húngara hace que su arquitectura nos recuerde al antiguo imperio austrohúngaro,
con muchas notas de Art Noveu.
Hace
muy buen día, así que el paseo se nos antoja de lo mas apetecible. Aparcamos el
coche cercar de la Catedral de Santa Teresa de Ávila. Por desgracia no se puede
visitar, puesto que el edificio está apuntalado por las numerosas grietas de su
fachada.
Continuamos
nuestro paseo y llegamos a la Sinagoga. Lo primero que me sorprende es el
colorido tanto exterior como luego en el interior, puesto que estoy
acostumbrada a visitar sinagogas bastante mas sencillas. Esto es porque se
construyo en 1902 y es uno de los primeros edificios de Art Noveu de la ciudad.
Seguimos
caminando y llegamos a la plaza frente al ayuntamiento donde se encuentra el
edificio del Teatro Nacional y que nos enfila a la famosa calle Korzo.
Es
pronto para comer, así que seguimos indicaciones y llegamos a una serie de
iglesias para finalizar en el edificio del Mansión de Ferenc Raichle.
Ya
es hora de tomar algo, así que nos dirigimos nuevamente a la calle Korzo,
hermosa calle peatonal repleta de restaurantes y cafés. Nos acomodamos en una
florida terraza, donde acabamos comiéndonos un rabo de toro que no esperábamos
encontrar por esta zona de Europa. Estaba delicioso y nos permitió salirnos del
típico Ćevapi que es la delicia mayor de la zona de Eslavonia.
De
vuelta hacia el coche pasamos por el edificio del Ayuntamiento (Gradska kuća)
que ya llevaba mucho tiempo llamando nuestra atención.
Sin
duda su color rojo lo convierte en el edificio mas impresionante de la ciudad,
donde se mezclan diferentes estilos con ladrillo, colores llamativos o
elegantes torres. Si estas interesado, es posible visitar el edificio y subir a
su torre del reloj. Nosotros no lo visitamos por dentro.
Casualmente,
coincidimos con la llegada de una novia a su enlace, acompañada de la charanga
habitual que la hará bailar tanto a la entrada como a la salida.
Sin
duda ha merecido la visita a esta hermosa ciudad, y no será la primera en
nuestras incursiones a Serbia. Pero el resto ya otro día…
Hasta
pronto
Bego